martes, 10 de abril de 2012

Manos de noche


A pesar de sentir
que no veían nada,
de percibirse indefensos,
y desprotegidos…

se animaron;
confiados en alguna voz
que los supo guiar en otro tiempo,
arriesgaron su soledad en cada paso,
avanzando en silencio
a lo inevitable.

En la nada de una noche vacía de luna,
en la que incluso el mar,
para desaparecer,
había decidido hacerse música,
jugaron a reconocerse
y a olvidarse de quien eran.
A ser un solo cuerpo
y a ser mil.

Ella se transformó
de tantas maneras,
que él,
aunque a cada la segundo la encontraba,
no podía dejar de buscarla.

Hasta que creyó por fin hallarla
en un par de manos desprendidas
que volaron a su encuentro
y se detuvieron
en una caricia.

El cerró los puños,
quizá con violencia
con autoridad o con firmeza.
Y sin palabras, y sin miradas,
le dijo todo lo que sentía
con un solo dedo sobre su palma
Ella fue dulce,
se hizo de agua
y también violenta
y respondía…
y callaba…

En el eco sordo
que dejaba el tacto
imaginaron sus rostros
y lo dibujaron en sus parpados
usando colores del recuerdo
calcaron el reflejo del pasado

Y ya ninguno fue de nadie,
y ya sin dueño
se entregaron
y bailaron
en la inmensidad de la ceguera
y la inconciencia
y jugaron a dejarse ir
y a despanzurrar las riendas

Pero querian ser tan libres
que ya no se cuidaron
querían volar tanto,
que se soltaron las manos
y antes que la voz que los guiaba
fuera capaz de salvarlos
se cortó el hilo
del que pendían sus pasos

Sin alcanzar a nada
El terminó en el suelo
vacío de casi todo,
desplomado
Y ella creyendo que podía salvarlo
sin entender nada,
se derramó de rodillas
para alcanzarlo

Él se dejaba ir
y ella quería abrazarlo
él se escurría en sus dedos
ella lo besó sin labios
Vaciándose de a poco
él, se envolvió en la calma
de ser sólo cuerpo
o solo alma

Ella lloró partida en dos
desparramada entera en cada costado.
De un lado golpeaba a gritos
machucando el llanto contra los puños
y del otro lado
se resignó a sus lágrimas
que acariciaban la paz
y la piel
en un solo gesto,
mientras tomaba sus manos
y las dejaba en su pecho

Yen la cima de esa entrega,
se apoyó en su regazo
se llenó de aire
e intento encontrarlo
se despidió inspirando
y como un regalo
exhalaron juntos
un adios callado….

Y ahí…
Quiza por la paciencia…
o por la luz…
de un amor tan llano
el encendió sus ojos
y se levantó..
resucitado
y con un abrazo
que comenzo en las manos
supo mostrar a las sombras
que lo tenían atado
la fuerza de la confianza
de su ser amado.

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