cuando la tierra es buena
y no pregunta ni se amedrenta
regala colores y los celebra
Como las notas de un acorde
diferentes y atrevidas
que al lanzarse, declaran sonando
el color de su armonía
Como una súplica elevada al viento
en busca de su Dios lejano,
no descansa surcando en los cielos
hasta que alcance a tocar su mano
Así, el beso, que guardamos tantos años
y maduró entre música y denarios,
descubrió nuestra esencia en lo profundo
al llegar a tiempo hasta tus labios.
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